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El poder de la visualización.

Hoy, 24/10/24, quiero compartirles que esta semana mi sobrina me preguntó por qué le digo que vaya descalza sobre la tierra y la arena. Le expliqué que somos energía, y que caminar descalzos es una forma de conectar nuestro cuerpo con la carga eléctrica natural de la Tierra. Al tocarla con la piel, nuestro cuerpo absorbe electrones y equilibra su energía. —¿Sabes lo que es un electrón? —le pregunté. —No, Tata. —Pues es como una pequeñísima bolita de electricidad que se mueve alrededor de algo llamado átomo. Los electrones nos ayudan a producir energía vital, la energía de la vida, porque cariño, todo es energía y nosotros también. Como decía Albert Einstein: “ Todo es energía y eso es todo lo que hay ”. La energía sostiene el universo. Somos pura energía, y por eso es importante orientarla hacia el lugar correcto. La biofísica cuántica nos ayuda a comprender cómo el ser humano puede influir en su propia realidad. Nuestros pensamientos son frecuencias, ondas que impactan sobre nuestra b...

De luna a luna.

La última luna llena, la de septiembre, la pasé en la playa mirando el cielo. Posiblemente fue una de las mejores noches de mi 2025. No todo fluyó como agua de mayo: estar fuera de la zona de confort, de noche y en un lugar desconocido, también tiene sus contras. Aunque, si me han ido conociendo hasta aquí, saben que yo me quedo con la arena y no con la cal. De hecho, durante mis vacaciones, el lugar donde me hospedaba se incendió. Mientras algunos se lamentaban —y lo entiendo—, yo lo interpreté como una señal para cambiar de rumbo. Pero no en ese mismo instante. No podía irme y dejar a mis compañeros de viaje a la intemperie. Pensé que era mejor “dormir” en la calle en equipo que cada uno por su cuenta. En esos momentos se hace palpable quién piensa en el bien común y quién únicamente busca cubrir sus propias necesidades. Fue una representación viva del dar y recibir, del equilibrio —o de la herida de amor propio— que todos llevamos dentro. De esa luna llena a esta, he estado con much...

Estamos de viaje, cada momento cuenta.

Tras la pausa del verano, llegan los nuevos comienzos . Desde la última vez que escribí, seguramente hemos tenido momentos de reflexiones, ajetreo, vacaciones y trabajo. En estos días he conocido a muchas personas y, como siempre que viajo, me descubro observando en aeropuertos, paradas de autobús y en las vías del tren o del metro. Entonces recuerdo la metáfora que se me hace muy presente cuando salgo de mi zona de confort: para mí, la vida es un viaje de ida . Como en cualquier travesía, hay días de sol y de lluvia, momentos a tiempo y retrasos, caminos despejados y obstáculos que nos ponen a prueba.  A lo que más importancia doy es a mis compañeros de trayecto, que afortunadamente, en la mayoría de los casos se pueden tanto elegir como evadir.  Algunos se darán un paseo y otros harán un viaje corto o largo, nadie lo sabe. Unos se despiden antes, otros después y un día nos toca a nosotros.    Lo que tenemos en común es que empezamos este viaje de la mano de nuestro...

Mi querido abuelo.

Hay fechas que no se olvidan, aunque el calendario cambie y los años pasen. Como mencioné en la entrada   La Cara de la Luna , el 11 es un número maestro. Además, para mí, tiene un significado especial: me recuerda a mi abuelo. Él nació, un día como hoy de 1925 — 11 de agosto —, lo ingresaron en el hospital el 11 de enero y su alma se despidió de esta vida un 11 de febrero. Mi abuelo era pan bendito. No tuve la fortuna de disfrutarlo en plenas facultades, pues sufrió Alzheimer a edad temprana; aunque los recuerdos que atesoro de él son los de una bella persona por dentro y por fuera, llena de luz. Pienso que era un alma libre, encerrada, y que tenía un rasgo que definía su carácter: era incapaz de decir que no. Esa tendencia, como herencia invisible, pasó a sus hijas —ya saben, de tal palo, tal astilla— y, en especial, a mi madre, una mujer que vive por y para los demás. Desde una perspectiva angelical, es admirable; desde la real, es insostenible agradar a todos. Dijo Jesús: “ Ama...

Toda realidad puede ser transformada y toda vibración elevada.

En mi entrada anterior, les adelanté que hablaría sobre la vibración; y quiero abrir esa puerta… aunque solo será una introducción. He pasado unos días en la montaña. Me gusta ir a un lugar en particular, donde duermo a la intemperie y me fundo con la naturaleza. Allí, sin paredes ni techos, con los pies descalzos sobre la tierra, conecto con mi alma. Después de más de 100 horas sin hablar con nadie que no fuera mi perro, entregada por completo a la observación y al silencio, he vuelto sin el ruido con el que me fui... y en alta vibración. Quizá hayan oído hablar del hombre más feliz del mundo: Matthieu Ricard. Además de monje tibetano y escritor, también fue científico. Participó en estudios de neurociencia afectiva que buscaban medir los efectos de la meditación en el cerebro. Lo que descubrieron fue sorprendente: Su actividad cerebral mostraba niveles excepcionalmente altos de ondas gamma, asociadas con la conciencia, la atención, el aprendizaje y la memoria. Además, mostró una desa...

25/7/25: Agenda vacía. Luna sonriente.

Siento una profunda liberación desde que decidí aplicar “Contactos Cero”, una forma de empezar y cortar vínculos. Como saben, no tengo redes sociales —ni las echo de menos—, lo cual no ayuda si quiero dar un mensaje al mundo. Así que mi única conexión “material” es la agenda del móvil. Curiosamente, cuanto menos (por no decir nada) en línea estoy, más conectada me siento conmigo misma y, paradójicamente, con lo que me rodea: la naturaleza (animales, plantas...) y con las personas, de una forma más sutil. A veces tengo la sensación de saber cuándo alguien va a llamarme, o incluso creo escuchar el teléfono antes de que suene. Me despierto a la hora sin necesidad de alarma… Y aunque no sepa explicarlo con exactitud, es una experiencia que reconozco y avalo desde mi vida cotidiana. Notaba que mi “mochila” pesaba más de la cuenta —un peso que no me correspondía—. Un buen día, inspirada y decidida, aproveché la coyuntura de tener que cambiar de teléfono y mi torpeza al sincronizar datos; par...

La cara de la luna.

Anoche, mientras paseaba con mi perrico que tanto quiero —y como acostumbro mirando la luna— recordé algo que me dijo un día mi querida amiga Vero: “Cuando la luna está llena se le puede ver una cara… y nadie ve la misma. Yo la veo feliz, ¿y tú?" Me gusta encontrar sentido a lo que no entiendo, así que investigué y comprobé que mi amiga tenía razón: es una ilusión óptica causada por las manchas claras y oscuras de la superficie lunar, que nuestro cerebro interpreta como rasgos faciales. Lo curioso es que cada uno ve una cara distinta. Yo, por ejemplo, durante mucho tiempo no veía nada o veía una cara triste. Algunas noches, hablando con Vero, le decía: “Hoy la luna tiene una cara amarga”. Y ella me respondía: “Pues la mía está alegre”. Les cuento esto porque, aunque mirábamos la misma luna (en el mismo momento) veíamos cosas diferentes.  Así es la realidad: un reflejo de lo que cada uno lleva dentro. Hoy puedo decir que, después de mucho trabajo personal, hace tiempo que veo sonri...