Somos historia: explore su legado familiar.
¡24-11-24 ya saben que para mí ningun dia es cualquiera!
En la entrada anterior mencioné la importancia de conocer de dónde venimos y cómo este entendimiento enriquece nuestra perspectiva del presente. Hoy, quiero profundizar en esta reflexión. Todo lo que comparto aquí nace de experiencias personales que han resonado profundamente en mí, y estoy convencida de que, con introspección y determinación, todos podemos superar nuestras limitaciones y lograr mucho más de lo que creemos posible. “Lo que crees, lo creas”; basta con cambiar una vocal para transformar la vida.
Después de centrarme en mejorar mi bienestar mental y físico —buena alimentación, hacer ejercicio, dormir bien, respirar conscientemente, meditar, cambiar de compañías y trabajo, valorar mi tiempo y poner todo de mi parte— sentía que algo seguía faltando. Fue entonces cuando me planteé ¿de dónde vengo? ¿quién y cómo es mi familia?
Una niña, al nacer, ya alberga en su sistema reproductor todos los óvulos que tendrá a lo largo de su vida, aunque estos estén en estado inmaduro (ovocitos). Llevamos en nuestro interior las semillas de futuras generaciones. Esto significa que, cuando nuestra abuela materna esperaba a nuestra madre, dentro de ella ya estaban los óvulos que más tarde se convertirían en nosotros. Este dato no solo es biológicamente sorprendente, sino que también refuerza la idea de cómo estamos conectados con las experiencias de nuestras generaciones pasadas.
Muchos de nosotros somos nietos o hijos de una generación que vivió la Guerra Civil, la posguerra... Aunque a veces no seamos conscientes, estas vivencias moldean nuestra manera de relacionarnos con el mundo, con el dinero y la prosperidad. Piense en las dificultades o facilidades sociopolíticas y económicas que han enfrentado sus padres, abuelos, bisabuelos,etc. Estas experiencias dejan huellas profundas que, de una forma u otra, llegan hasta nosotros.
Al investigar mi historia familiar, he descubierto que parte de mis patrones mentales y emocionales tienen raíces en las vivencias de mis ancestros. Esto me ha llevado a intentar romper con ciertas programaciones heredadas que no me pertenecen, pero que de alguna manera influyen en mi vida. No digo que estas dinámicas determinen nuestro destino, pero sí creo que pueden tener un impacto significativo. Por eso, le animo a que también explore su árbol genealógico, puede ofrecerle una nueva perspectiva sobre si mismo y su lugar en el mundo.
Conocer nuestras raíces es primordial para enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Nuestra historia nos indica de dónde venimos, nos ayuda a comprender dónde estamos y nos inspira a reflexionar sobre dónde queremos ir. Lo que hicieron y aprendieron nuestros antepasados ahora forma parte de lo que somos.
A coalición de lo comentado, quiero compartir una reflexión relacionada con los registros akáshicos. Aunque no existen pruebas científicas que avalen su existencia, en la teosofía y la antroposofía se consideran un compendio de todo lo que ha ocurrido en relación con las entidades y las formas de vida. Más allá de la creencia en su existencia, esta idea nos invita a pensar en la importancia de honrar y explorar nuestra historia personal y colectiva.
El viaje hacia el autoconocimiento no solo nos conecta con nosotros mismos, sino también con quienes nos precedieron y con quienes vendrán después. Al final, somos el resultado de miles de historias, decisiones y sueños que se entrelazan en un tejido que merece ser explorado y comprendido.
El arte de vivir es cambiar las hojas sin perder las raíces.
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