Realidades.

    Hoy es San Antonio y también el cumpleaños de una querida compañera de universidad. Marina fue una gran amiga, y aunque no sé nada de su vida, recuerdo con cariño que éramos dos "cabricas" (así nos llamábamos entre nosotras). Como mencioné en la entrada "Nostalgia y Reconexión", estoy decidida a reencontrarme con ella.

    ¡Muchas felicidades a todos los Antonios, especialmente a mi padre! Hoy quiero compartir con vosotros un episodio significativo de mi vida relacionado con él.

    En una ocasión, imaginé cómo sería mi entierro. Me aseguré de dejarlo ahilado porque no quiero ser incinerada, ni enterrada en una caja convencional. Deseo que se celebre mi partida, que me echen el alboroque entre música y fiesta, lágrimas las justas. Hablé con mi padre sobre esto y le dije que prefería irme antes que ellos. Él, sabio y de pocas palabras, me preguntó: “¿qué quieres, que tu padre sufra más que tú?”. Me explicó que es antinatural que los padres entierren a sus hijos, y comprendí el profundo tormento que esto supone, se sale del diseño de la naturaleza y eso hace que sea la perdida más difícil de superar. Que egoísta estaba siendo dándoles a mis padres el dolor que no quiero para mí.

    Sinceramente, le confesé a mi padre que es gracias a él, a mi madre y a mi perro donde encuentro las razones para vivir. Me dijo que el sentido de mi vida debe surgir de mi interior, no de los demás. Luego añadió: “O te vas detrás en aras de que la vida ya no merece la pena, o piensas en qué es lo que más hubiera querido que hicieras esa persona que se ha ido”. Mirándome a los ojos, continuó: “lo que tu padre quiere es que sigas viviendo, no quiero verte sufrir, ni por mí ni por nadie”.

    El dolor forma parte de la vida, es una experiencia que todos enfrentamos en algún momento. Sin embargo, la manera en que llevamos ese dolor es lo que define nuestro sufrimiento. El dolor es el que hay, una realidad ineludible y el sufrimiento es una experiencia subjetiva, es decir, el dolor es inevitable y el sufrimiento opcional.

    Para mi, la muerte y la enfermedad son los dramas de la vida y todo lo demás tiene solución o, al menos, no tiene la importancia que a veces le damos. La vida siempre provee. Cuando enfrento dificultades, las pongo en perspectiva y, al encajarlas en su lugar, casi siempre pertenecen a problemas del primer mundo. Visualizo a quienes caminan kilómetros para conseguir agua, viven con hambre, explotación infantil o industrialización incompleta. Entonces mis problemas pierden peso, y agradezco haber nacido en un país desarrollado. Aclarar que “mal de muchos consuelo de tontos” reconozco que no es la mejor manera de enfrentar desafíos y sigo trabajando para encontrar formas más sanas de motivación, como me dijo mi padre no tengo que buscar fuera sino dentro de mí.

    A diferencia de antes, pienso que vivir está relacionado con el sentido que le damos a nuestros días. Hay mucha gente que está muerta en vida y la idea es no morir sin saber para qué vinimos al mundo.

    Mi madre tiene una visión tranquilizadora y enriquecedora sobre el morir. Dice que tenemos un plan con la muerte, no con la eternidad, y que el hecho de tener un límite incrementa la intensidad de nuestra vida. Vivir sin propósito es la verdadera muerte. Ella me apoya en mi búsqueda del sentido de la vida, tiene la capacidad de ver más allá; no se centra en la casualidad, sino en la causalidad.

    En general, tenemos una idea cuantitativa de vivir: quien muere viejo, muere bien; quien muere joven, mal. Paradójicamente, no son los años de vida los que cuentan, sino el aprendizaje y la conciencia de vida, eso es lo que da calidad a nuestros días.

    Espero que mis reflexiones le hayan inspirado a valorar más cada día y a encontrar su propio sentido en la vida, ya que el verdadero bienestar radica en reconocer y apreciar las pequeñas cosas que nos rodean y en vivir con próposito y gratitud. 

    La existencia tiene un fin y lo que ocurre mientras tanto es lo importante.


 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Bajo la Luna de la Cosecha: tiempo de nuevas siembras.

Bajo la Luna del Lobo nuevos comienzos.

Entre luces y sombras: Feliz Noche Buena.