Última luna llena de 2024.

Hoy marca un día especial en mi calendario: la última Luna Llena de 2024. Conocida como la Luna Fría, Luna de Escarcha o Luna de Invierno, también recibe el nombre de "Luna de la larga noche", ya que ocurre pocos días antes del solsticio de invierno. Este fenómeno no solo ilumina el cielo, sino también mis pensamientos, muchas reflexiones sobre el año que está por terminar.

Este año ha sido de cambios y desafíos, mientras atravesaba el proceso de “modificación de compañías”, conocí a Mari, un ser de luz que, además de abrirme las puertas de su casa y de su corazon, me dijo que si queremos la vida puede cambiar, me mostró el cambio de la suya y transformó la mía. Fue ella quien me presentó a un grupo extraordinario de almas generosas que practican y comparten la meditación activa, una disciplina que, hasta entonces, desconocía. Aunque había experimentado otras técnicas antes, ésta resonó de una forma especial en mí. La combinación de actividad física y mental me ayuda a enfocarme en el momento presente, a encontrar claridad en el caos y a cultivar la atención plena.

Hoy me debatía entre ir o no a una de estas sesiones. Estos encuentros, no buscan lucro sino que se organizan con amor y desde la empatía comparten herramientas para llevar una vida más saludable. Finalmente, he pensado en todo lo que me ha aportado conocer a estas personas, en que era la última del año, en cómo cada sesión me conecta conmigo misma… así que, me he sobre puesto ante la pereza y he ido.

Acertada decisión porque puedo decir que he pasado una de las mejores tardes del año. Además, de camino, he disfrutado tanto de ver la luna recién salida del horizonte que, incluso antes de llegar, el viaje ya había valido la pena, no importaba lo que estuviera por ocurrir, ir bajo los pies de la luna ha sido espectacular y la recompensa antes de alcanzar mi destino.

Durante la sesión, he tenido un momento conmovedor. Hay una parte en la que suelo llorar, y hoy, mientras estaba inmersa en esa vulnerabilidad, una persona ha cogido mi mano. Me ha sorprendido porque para alguien como yo, que no suelo sentirme cómoda con el contacto físico, ese gesto inesperado ha sido un bálsamo, una caricia al alma que no olvidaré y estaré profundamente agradecida. Un instante que me ha llenado de gratitud, un acto tan simple y, a la vez, tan poderoso.

Esa mano procedía de un chico que no conocía pero cuando le vi llegar, pensé que era un ser de luz atravesando ciertas tinieblas. Cómo es la vida que entre sus batallas internas, me ha tendido la mano y he sentido que brillaba intensamente aunque posiblemente tal vez él no sea consciente de la luz que desprende.

Mari y el grupo tan bonito que forman es un recordatorio de cómo las almas humanas pueden iluminarse mutuamente en la oscuridad. A veces, los encuentros más significativos no necesitan palabras, ni explicaciones; basta con estar presente y compartir un momento auténtico.

Todas las noches paseando a mi perro hago una pausa y miro al cielo. Hoy, que he regresado con el corazón rebosante, durante el último paseo antes de dormir, haciendo introspección, cargada de la energía que me ha aportado la tarde, y, con la mirada fija en el astro majestuoso, he dicho en voz alta:

"Siempre hay un destello de esperanza y conexión humana".

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