Celebrando el Día de la Virgen del Carmen y el poder curativo del mar.
Hoy es un día especial para muchos pescadores y marineros que festejan a su patrona, la Virgen del Carmen, la patrona del mar y también de la Armada española. Quiero aprovechar para felicitar a todas las Cármenes, Carminas, Carmeles, Carmencitas, Marías del Carmen, Mamem, Maica… y de manera especial a mi madre, a Carmina, a Mari Carmen; y a Lara, fue una gran amiga, que hoy cumple años.
Les hablé de mi madre en la entrada de Realidades,
compartiendo su visión tranquilizadora sobre la muerte. He aprendido muchísimo
de ella y estoy muy orgullosa de la educación que he recibido. Siento que puedo estar en cualquier parte del mundo y es que el saber estar no tiene precio. Recuerdo con gran cariño cuando era pequeña y leía en
voz alta mientras mi madre limpiaba. Siempre ha sabido que libro regalarme e
incentivarme a leer. Me explicaba lo que no entendía y me corregía cuando me
atascaba. Toda la vida le estaré agradecida por este hábito que me inculcó. En
la próxima entrada, les hablaré sobre la lectura.
Mi trabajo me apasiona gracias a personas que hacen que ir a trabajar valga la pena, como Carmina y su marido José Manuel. Son una de las pocas parejas que se han cruzado en mi vida y me han hecho volver a creer en el amor. Forman un equipo excepcional, son elegantes, dos fuentes de luz que iluminan a su paso, en mis clases brillaban, irradiando actitud y creando el clima ideal con una educación de los pies a la cabeza.
Entre esas personas con luz que unen pequeños destellos, conocí a Mari Carmen. Es una mujer luchadora, madre de dos hijas, que habla desde el cariño, lo cual le da un hermoso tono de voz. Es sincera y generosa, y lo transmite desde la expresión corporal con sus gestos hasta la mirada con el corazón. Es de esas personas (que no abundan) que dan lo que tienen, que es muy diferente a dar lo que nos sobra.
Como ya he comentado en entradas anteriores, Carmina, José
Manuel y Mari Carmen son seres de luz que la vida me ha puesto en el camino para
que yo, que había dejado de creer en las personas, volviera a hacerlo.
La festividad de la Virgen del Carmen es especialmente
relevante en muchas localidades costeras, donde se realizan procesiones
marítimas y otras celebraciones religiosas y populares.
Me encanta el mar y he celebrado este día yendo a la playa, aunque lo cierto es que voy más en invierno que en verano. Me baño todos los meses del año en el mar o en el río porque es mi vía para purificarme, limpiar mi alma y reconstruirme. Es el lugar donde menos me cuesta dejar ir. Puedo visualizar cómo preocupaciones o incluso la tristeza que a veces me alberga pueden salir como lo hacen las olas del mar. Me gusta meditar en la playa.
El sonido rítmico y repetitivo de las olas puede tener un efecto calmante en el cerebro, inducir un estado de relajación y reducir el estrés. Estudios han mostrado que los sonidos de la naturaleza, como el de las olas, disminuyen la actividad de la amígdala, la parte del cerebro asociada con el miedo y la ansiedad.
La visión del horizonte amplio y despejado promueve un estado de calma y serenidad. La neurociencia sugiere que los espacios abiertos pueden reducir la carga cognitiva y disminuir los niveles de estrés, ya que proporcionan un descanso visual y permiten una mejor desconexión mental.
Recuerden que la exposición a la luz natural del sol tiene beneficios para la producción de vitamina D, la regulación del ritmo circadiano y aumenta los niveles de serotonina. ¡Ojo con achichararse!
Les animo a caminar
por la playa o nadar en el mar, a disfrutar de las pisadas en la arena y de un
baño de atención plena.
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