El ejercicio físico es un gran antidepresivo.

Inmersos en mi enfoque hacia el bienestar, tras abordar la impactante realidad de las enfermedades cardiovasculares como la principal causa de defunción a nivel mundial, explorar aspectos esenciales de la alimentación y sumergirnos en una breve introspección, hemos llegado a uno de los pilares que me sostienen: el ejercicio físico.

Es un hecho ampliamente reconocido que la actividad física ofrece beneficios extraordinarios para la salud; en lo personal, la percibo como la elección más óptima y aconsejable. Contribuye positivamente a nuestro bienestar físico y juega un papel esencial en el cuidado de la salud cerebral, un aspecto de vital importancia. Además, quiero resaltar con entusiasmo que esta práctica es de acceso gratuito, me encanta el anglicismo "free".

Cuando una persona se compromete regularmente con la actividad física, se desencadenan cambios significativos en su organismo, como la liberación de neurotransmisores que contribuyen a la reducción de los niveles de cortisol, conocido como la hormona del estrés. Esta hormona sigue un ciclo, disminuyendo durante la noche para favorecer el sueño, elevándose por la mañana para activarnos y, posteriormente, decreciendo nuevamente en la noche.

En situaciones de amenaza o alerta, tanto la adrenalina como el cortisol entran en acción, siendo imprescindible para que nuestro organismo responda eficientemente al estrés ocasional. Sin embargo, el problema surge cuando sometemos constantemente a nuestro cuerpo al modo de miedo, incertidumbre, alerta o preocupaciones; lo que resulta en la secreción de cortisol a cualquier hora del día, impactando negativamente en nuestro sistema inmune. La relación entre esta persistente activación del cortisol y la inflamación es un factor clave en numerosas enfermedades, inflamación que también se ocasiona cuando el cerebro se mantiene en estado de alerta constante.

En la actualidad, el sedentarismo se ha convertido en una causa directa de diversas enfermedades, subrayo la importancia de adoptar un estilo de vida activo para preservar nuestra salud.

Desde mi experiencia personal, he comprobado que encaro los días de manera notablemente diferente cuando incorporo algo de deporte en mi rutina. Esta práctica influye no solo en mi estado físico, sino también en la convivencia, mis conversaciones y mi conexión con el día. He aprendido que abordar un problema se vuelve más manejable después de una sesión de actividad física y una buena noche de sueño; aspecto que exploraremos más a fondo cuando toquemos el tema del descanso.

Cuando la pereza intenta adueñarse de mi voluntad, enseguida enfoco mi mente en los beneficios inmediatos de reducir los niveles de cortisol y, a largo plazo, en el impacto positivo que esto tiene en la neurogénesis. Sin más dilación, me visto con mi indumentaria deportiva y salgo a correr, cada zancada es un paso hacia un bienestar físico y mental duradero.

En consonancia con lo expresado sobre mis refuerzos positivos previos de cara hacer deporte, destaco la importancia de la neurogénesis, un proceso que se ve favorecido por el ejercicio físico, promoviendo la generación de nuevas neuronas en áreas clave del cerebro adulto, como el giro dentado del hipocampo. Estas zonas desempeñan un papel crucial en funciones como el aprendizaje, la memoria y algunas emociones.

El ejercicio físico beneficia la formación de neuronas y emerge como una herramienta efectiva en la lucha contra el estrés, la ansiedad y la depresión. Al practicarlo, se estimula la producción de serotonina y dopamina, hormonas que reducen la ansiedad y contribuyen a combatir la depresión. Además, de que la actividad física desempeña un papel fundamental en el equilibrio del hipocampo, contrarrestando la disminución de tamaño durante momentos de alteración, y mejorando la función cognitiva, la concentración y la memoria.

Quiero recalcar la importancia de adoptar este hábito como un respaldo para la salud mental y una herramienta intrínseca, más allá de consideraciones estéticas. Si se enfrenta a problemas como depresión, ansiedad, estrés, baja autoestima, dificultades para conciliar el sueño o simplemente se ve atrapado por la preocupación constante real o imaginaria, incorporar la actividad física en su vida se vuelve imperativo.

Comparto esta experiencia porque en mi propia vida y en la de la mayoría de las personas que conozco, compruebo que la práctica deportiva revitaliza el alma, generando transformaciones tanto físicas como mentales y emocionales.

En resumen, la práctica regular de ejercicio no solo fortalece el cuerpo, sino que también potencia la salud mental y cognitiva. Inicie este proceso gradualmente, de manera similar a aprender un idioma o adentrarse en la cocina, donde el deseo supera las creencias limitadas, marcando el comienzo de algo nuevo.

El Ejercicio como Antídoto: Renovando Cuerpo, Mente y Alma.


 

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