Mi querido abuelo.
Hay fechas que no se olvidan, aunque el calendario cambie y los años pasen. Como mencioné en la entrada La Cara de la Luna , el 11 es un número maestro. Además, para mí, tiene un significado especial: me recuerda a mi abuelo. Él nació, un día como hoy de 1925 — 11 de agosto —, lo ingresaron en el hospital el 11 de enero y su alma se despidió de esta vida un 11 de febrero. Mi abuelo era pan bendito. No tuve la fortuna de disfrutarlo en plenas facultades, pues sufrió Alzheimer a edad temprana; aunque los recuerdos que atesoro de él son los de una bella persona por dentro y por fuera, llena de luz. Pienso que era un alma libre, encerrada, y que tenía un rasgo que definía su carácter: era incapaz de decir que no. Esa tendencia, como herencia invisible, pasó a sus hijas —ya saben, de tal palo, tal astilla— y, en especial, a mi madre, una mujer que vive por y para los demás. Desde una perspectiva angelical, es admirable; desde la real, es insostenible agradar a todos. Dijo Jesús: “ Ama...